martes, 13 de julio de 2010

Las enseñanzas del Mundial

Hace varias semanas que llevo queriendo escribir un post sobre el Mundial, pero los aires revoltosos del verano me han tenido viajando de cabeza como en una montaña rusa. Ahora parece que el aire purificado de los pinos chiclaneros me está reconfortando el ánimo o puede que simplemente sea que la marea roja comienza a calmarse un poco.

El caso es que un fenómeno social como este, da para mucho. De hecho, lo primero que llamó mi atención fue el excesivo enconamiento contra los porteros que en la fase de clasificación cometieron fallos poco habituales. Hubo casos muy variados: el portero de Argelia contra Eslovenia, el de Australia contra Alemania, el de Paraguay contra Italia, el de Francia contra Rusia, pero sin duda, con el que todos se cebaron fue con el portero de la selección inglesa en su partido contra Estados Unidos. Me quedo con la animación hecha con muñecos de Lego, porque me parece muy graciosa, pero realmente es lastimoso comprobar lo inmisericordes que somos con una persona que intenta por todos los medios hacer su trabajo y por alguna razón, no lo hace bien. Pudo haber sido el fastidioso Jabulani o un fallo de reflejos, pero al contrario de lo que suelen decir la mayoría de los gurús empresariales, que alientan a los emprendadores a que fallen y aprendan de sus errores para crecer y superarse, lo que realmente nos complace es alzar al Olimpo o hundir en los Avernos a nuestros héroes. Porque un día son héroes y otro, apestados. Un ejemplo perfecto es el comentario que José Ángel de la Casa hace en el documental El alma de la roja, sobre Arconada. El mejor portero que ha dado este país, al menos hasta la llegada de Iker Casillas, y cuya memoria hemos tiznado para siempre por el gol encajado en la Eurocopa de Francia. Dice de la Casa, que España le debe mucho a Arconada y creo que es verdad. ¿Cómo podemos poner en tela de juicio la integridad de un profesional que ha demostrado su buen hacer durante años, por un solo instante, por un fallo? ¿Es que nosotros no nos perdonaríamos algo así?

A colación de esto, sin duda, viene el affaire Casillas-Carbonero, encendido por el diario inglés The Times pero aventado por la opinión popular y medios de comunicación de este país. Esta reportera ha pasado de ser una auténtica Yoko Ono, o quizá, una demoníaca Dalila, para convertirse en la musa del capitán salvador, del líder de los campeones del mundo. Me gustaría saber qué hubiera pasado si Casillas comete un fallo de los imperdonables. Lo bien que nos habríamos resarcido de nuestras frustaciones con ellos.

Hablando de maldiciones y presagios, lo más circense de todo, sin duda, ha sido la aparición del fabuloso cefalópodo alemán. Qué tío, con esa forma de comer mejillones ha salido en portada de la prensa de todo el mundo. Aunque no era McCartney, este Paul ha resultado mucho menos gafe que el señor Jagger. Al parecer, siempre que ha acudido a un Mundial a animar a una selección, ésta ha perdido. Lo mismo dicen de los protagonistas de la increíble campaña de Nike. Todos a casita.

Pero aún hay más, ¿ha reparado alguien en el escenario de este acontecimiento? África se merece muchísima más atención y apoyo del que le damos siempre, pero dudo que tenga sentido que un país donde reinan unas desigualdades tan apabullantes como las que se dan allí en Sudáfrica, pueda organizar algo de esta envergadura. ¿Qué pasará ahora con esos megaestadios? ¿Cómo afectará económicamente a las clases más necesitadas? Si alguien quiere saber más sobre este tema, recomiendo este fantástico artículo sobre las desigualdades de este mundial.

De todas formas, como estos días son días de fiesta y celebración para nuestro país, quiero terminar con lo más positivo que a mi modo de ver ha dado este mundial para nosotros. Esta selección ha roto una tendencia. Hemos dejado de sentirnos frustrados, perdedores, hemos sentido que sí podemos pero sobre todo, lo hemos hecho con respeto, elegancia, muchísimo esfuerzo y trabajo, y con una humildad ejemplar. No hace falta tener a una superestrella, es mucho mejor tener a un gran equipo. Del Bosque ha conseguido seguir transmitiendo a nuestros jugadores una filosofía propia de Rafa Nadal (por cierto, qué grande con la cara pintada con la bandera y la bufanda al cuello). Ojalá sea eso lo quede. Más que el orgullo, la fanfarronería y el sentirnos superiores. Podemos hacer lo que nos propongamos, cada uno de nosotros, pero nos tenemos que esforzar al máximo, sentir que no estamos solos, que siempre hay un equipo ayudándonos y cubriéndonos la espalda, y que siendo sinceros y humildes, llegaremos lejos. Como dijo William Blake: “Ningún pájaro vuela demasiado alto, si lo hace con sus propias alas”*.

*"No bird soars too high, if he soars with his own wings." William Blake (1757-1827).

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