miércoles, 8 de diciembre de 2010

Assange y las cazas de brujas

En cuanto supe sobre la develación de los cables de Wikileaks, me estremecí, sentía que iba a ser algo tremendamente importante, mucho más de lo que ahora podamos imaginarnos. El alcance ya está teniendo efecto, a pesar de que por mucho que los diarios implicados en la divulgación pública de estos documentos se autoproclamen como emblemas de la libertad de expresión, jamás revelarán todo lo que tengan entre manos. Si hay censura consentida con asuntos mucho menos significativos que este, estoy convencido de que ya saben hasta qué punto pueden llegar.
El caso es que no pensaba escribir sobre este tema, pero a raíz de esta imagen que ha compartido mi amigo Miguel, he tenido la necesidad irrefrenable de hacerlo. Primero porque no me gusta, creo que es oportunista y facilota, y segundo, porque todo esto huele fatal.
Ante todo creo que hay algo que debe reconocerse. Sea quien haya sido el encargado de filtrar la información que posteriormente Julian Assange ha hecho pública a través de Wikileaks, está claro que ha cometido un delito, tanto si era un trabajador del gobierno norteamericano como si no, porque se ha apropiado de una información que no es suya. Por tanto, aquel que colabora con un delincuente, inequívocamente, también lo es (igualmente habría que pensar hasta qué punto también lo son los diarios implicados).  No voy a entrar en valorar quién es más criminal, si la información que atesoraba el gobierno estadounidense es éticamente lícita o no, o si me alegro de que esto haya pasado. Para mí este asunto está a caballo entre un atentado terrorista y un acto valeroso de la resistencia.
En cualquier caso, adonde quiero llegar es que si Assange o las personas que están implicadas en todo esto, pensaban que podrían escapar limpiamente, creo que han sido muy ingenuas o muy osadas. No se pone en evidencia al Servicio de Inteligencia más poderoso del planeta y punto. ¿Que su proceso actual es una caza de brujas? Casi seguro (aunque su caso también tintes bastante oscuros), pero tarde o temprano lo imputarían. ¿Qué si lo extraditan a Estados Unidos estará perdido? Desde luego. Pero quién ignora que el mundo esta dirigido por mafiosos. Si les apuntas, ellos disparan.

martes, 13 de julio de 2010

Las enseñanzas del Mundial

Hace varias semanas que llevo queriendo escribir un post sobre el Mundial, pero los aires revoltosos del verano me han tenido viajando de cabeza como en una montaña rusa. Ahora parece que el aire purificado de los pinos chiclaneros me está reconfortando el ánimo o puede que simplemente sea que la marea roja comienza a calmarse un poco.

El caso es que un fenómeno social como este, da para mucho. De hecho, lo primero que llamó mi atención fue el excesivo enconamiento contra los porteros que en la fase de clasificación cometieron fallos poco habituales. Hubo casos muy variados: el portero de Argelia contra Eslovenia, el de Australia contra Alemania, el de Paraguay contra Italia, el de Francia contra Rusia, pero sin duda, con el que todos se cebaron fue con el portero de la selección inglesa en su partido contra Estados Unidos. Me quedo con la animación hecha con muñecos de Lego, porque me parece muy graciosa, pero realmente es lastimoso comprobar lo inmisericordes que somos con una persona que intenta por todos los medios hacer su trabajo y por alguna razón, no lo hace bien. Pudo haber sido el fastidioso Jabulani o un fallo de reflejos, pero al contrario de lo que suelen decir la mayoría de los gurús empresariales, que alientan a los emprendadores a que fallen y aprendan de sus errores para crecer y superarse, lo que realmente nos complace es alzar al Olimpo o hundir en los Avernos a nuestros héroes. Porque un día son héroes y otro, apestados. Un ejemplo perfecto es el comentario que José Ángel de la Casa hace en el documental El alma de la roja, sobre Arconada. El mejor portero que ha dado este país, al menos hasta la llegada de Iker Casillas, y cuya memoria hemos tiznado para siempre por el gol encajado en la Eurocopa de Francia. Dice de la Casa, que España le debe mucho a Arconada y creo que es verdad. ¿Cómo podemos poner en tela de juicio la integridad de un profesional que ha demostrado su buen hacer durante años, por un solo instante, por un fallo? ¿Es que nosotros no nos perdonaríamos algo así?

A colación de esto, sin duda, viene el affaire Casillas-Carbonero, encendido por el diario inglés The Times pero aventado por la opinión popular y medios de comunicación de este país. Esta reportera ha pasado de ser una auténtica Yoko Ono, o quizá, una demoníaca Dalila, para convertirse en la musa del capitán salvador, del líder de los campeones del mundo. Me gustaría saber qué hubiera pasado si Casillas comete un fallo de los imperdonables. Lo bien que nos habríamos resarcido de nuestras frustaciones con ellos.

Hablando de maldiciones y presagios, lo más circense de todo, sin duda, ha sido la aparición del fabuloso cefalópodo alemán. Qué tío, con esa forma de comer mejillones ha salido en portada de la prensa de todo el mundo. Aunque no era McCartney, este Paul ha resultado mucho menos gafe que el señor Jagger. Al parecer, siempre que ha acudido a un Mundial a animar a una selección, ésta ha perdido. Lo mismo dicen de los protagonistas de la increíble campaña de Nike. Todos a casita.

Pero aún hay más, ¿ha reparado alguien en el escenario de este acontecimiento? África se merece muchísima más atención y apoyo del que le damos siempre, pero dudo que tenga sentido que un país donde reinan unas desigualdades tan apabullantes como las que se dan allí en Sudáfrica, pueda organizar algo de esta envergadura. ¿Qué pasará ahora con esos megaestadios? ¿Cómo afectará económicamente a las clases más necesitadas? Si alguien quiere saber más sobre este tema, recomiendo este fantástico artículo sobre las desigualdades de este mundial.

De todas formas, como estos días son días de fiesta y celebración para nuestro país, quiero terminar con lo más positivo que a mi modo de ver ha dado este mundial para nosotros. Esta selección ha roto una tendencia. Hemos dejado de sentirnos frustrados, perdedores, hemos sentido que sí podemos pero sobre todo, lo hemos hecho con respeto, elegancia, muchísimo esfuerzo y trabajo, y con una humildad ejemplar. No hace falta tener a una superestrella, es mucho mejor tener a un gran equipo. Del Bosque ha conseguido seguir transmitiendo a nuestros jugadores una filosofía propia de Rafa Nadal (por cierto, qué grande con la cara pintada con la bandera y la bufanda al cuello). Ojalá sea eso lo quede. Más que el orgullo, la fanfarronería y el sentirnos superiores. Podemos hacer lo que nos propongamos, cada uno de nosotros, pero nos tenemos que esforzar al máximo, sentir que no estamos solos, que siempre hay un equipo ayudándonos y cubriéndonos la espalda, y que siendo sinceros y humildes, llegaremos lejos. Como dijo William Blake: “Ningún pájaro vuela demasiado alto, si lo hace con sus propias alas”*.

*"No bird soars too high, if he soars with his own wings." William Blake (1757-1827).

sábado, 12 de junio de 2010

Tiempos convulsos. La crisis económica y el fallo de la razón

Estamos viviendo un tiempo convulso. Incluso aquel que lo niega, lo sabe interiormente. La tan cacareada crisis económica mundial no es más que una señal y puede que hasta una maniobra de despiste, algo así como una forma de tenernos pendientes de lo que pasa ahí afuera, olvidándonos de lo que realmente sucede dentro de nosotros mismos.

En España sucede algo curioso con este tema de la crisis. El paro está aniquilando el país aunque llevamos más de dos años escuchando que la fortaleza bancaria y nuestra privilegiada situación nos colocan fuera de peligro. En estos momentos en los que Francia y Alemania están tomando medidas preventivas para soportar tiempos aún peores, nos atrevemos a compararnos con ellos. La diferencia estriba sin embargo en el hecho de que si estos países miran hacia adelante con preocupación es porque sus grandes multinacionales, generadoras de riqueza y mercado económico, están hundiéndose en aquellos países cuya industria es más endeble. El caso de España es de lo más paradigmático y puede ejemplificarse con una empresa francesa como Carrefour. Teniendo en cuenta que para Carrefour el segundo país en importancia es España, el descenso de nuestro consumo está haciendo que sus números globales se resientan estrepitosamente. Así que resulta cómico pensar que mientras aquí nos desinflamos porque nuestra economía estaba falsamente construida en la burbuja inmobiliaria, en otros países, su economía se debilita porque su industria y riqueza crece en otros que no pueden soportar el consumo que necesitan.

A mayor escala se trata exactamente de la misma vampirización que estamos ejerciendo con los recursos del planeta. Una explotación desmedida de su capacidad para dotarnos de sustento. Hace poco, leí que si todos los habitantes de la Tierra consumieran al nivel de los ciudadanos estadounidenses, necesitaríamos la producción de cuatro planetas como el nuestro para poder mantenernos. Escalofriante, ¿verdad? Seguramente también necesitaríamos el poder de esos cuatro planetas para reabsorber nuestros residuos (cuando me pregunto qué hacemos con nuestra basura, me entran retortijones).

Pensar en todo esto es poco tentador y como diría cualquiera con un ápice de razón: «¿qué arreglamos?». La verdad es que a esta altura, poca cosa, por eso, escuchemos el corazón y si no lo oímos, sálvese quien pueda.